DE BARCELONA A VALENCIA: UN VIAJE QUE CAMBIÓ MI VIDA

La vida a veces nos lleva por caminos inesperados que sacan lo mejor de nosotros. Durante la DANA que golpeó Valencia el 29 de octubre de 2024, cuatro mujeres decidimos actuar.

Esther, del centro de yoga Cuídate OM 360; Maite, de la pastelería Swing; Mireia, de Bemacoflor; y yo, Miriam, de MIARA JEGEG, organizamos una recogida para ayudar a los afectados. Ninguna de nosotras pertenecía a una ONG, pero compartíamos el mismo propósito: hacer algo significativo.

Mientras trabajábamos en Barcelona, Mireia atreves de las redes sociales, conoció a Concha, quien estaba coordinando ayudas desde Valencia. Fue entonces cuando Mireia contactó con ella y me pasó su número. Así, sin conocernos previamente, comenzamos a colaborar para hacer llegar las donaciones a quienes más lo necesitaban.

En pocos días, logramos llenar un tráiler con productos esenciales. El miércoles enviamos el camión, y el viernes me dirigí a Valencia para asegurarme de que todo llegara a su destino.

Llegar a Valencia fue impactante. Las calles estaban sumidas en la oscuridad, sin luz y con un silencio inquietante. Solo se veían, de forma muy aislada, coches de bomberos, algún tanque militar y policías de paisano patrullando. Los restos de la catástrofe eran evidentes: montañas de basura, un cementerio de coches y un olor penetrante que lo envolvía todo.

Finalmente, allí conocí a Concha, una profesora que, al igual que nosotras, había tomado la iniciativa de ayudar. Con su apoyo, conseguimos una nave privada cedida por Ricardo, a través de Silvia, amiga de Concha. Esta nave se encontraba en el pequeño pueblo de Castellar-Oliveral, donde almacenamos las donaciones. Hoy en día, Ricardo sigue colaborando con Concha en la distribución de la ayuda.

El sábado, mientras estábamos en Valencia, llegó el tráiler. Trabajamos sin descanso para vaciarlo y comenzamos a repartir todo en mano a las familias afectadas. En menos de 24 horas, conseguimos entregar desde hornillos de gas y lavadoras hasta equipos como Kärcher, transportando todo en coches particulares, pero sobre todo a pie. 

Al volver a Badalona, coincidí con Juan Ramón, un amigo de muchos años que lidera una pequeña ONG llamada Una cima una sonrisa, dedicada a proyectos en Tanzania. Al escuchar nuestra historia, me pidió información y lo puse en contacto con Concha. Gracias a ellos, lo que comenzamos como una iniciativa espontánea sigue vivo. Juanjo ha llevado varios transportes con muebles y enseres, inclusoha llevado juguetes por Navidad y continúa ayudando a las familias afectadas.

Aunque nosotras no podemos dedicarle el tiempo que quisiéramos, saber que nuestra acción ha sembrado una semilla de continuidad nos llena de orgullo. La generosidad de las personas que conocimos y la dedicación de Juanjo y Concha son la prueba de que, incluso desde lo pequeño, se pueden lograr grandes cosas.

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